Relato soñado

Como comienzo el mar. Jugar al miro o al miramos. Al quiero y al deseo, la vil sexualidad. Luego, al regreso, una casa de trapos limpios y brazos enlazados por detrás de la espalda pesando a cada segundo más. La llamada del enfermo, la trivialidad de la muerte, la prostitución, nos sirven de retardo. Y lo que importa del encuentro no es la vida frugal de lo pasado sino un porvenir abierto de oscura incertidumbre, la imposibilidad de volver a la rutina segura que un simple comentario enturbia y estremece. Ahora ya es la noche territorio de sueño e inquietudes, de prostitutas y clowns, amenaza en disfraz. Es la alegría la que en esta vaga vigilia languidece. Todo volverá a ser igual y no seremos los mismos.

No hay comentarios: