Casi Cristal

Las niñas, una pregunta amarilla, el pelo cubriendo el vientre, gafas de sol. Amarillo, un inmenso amarillo, insensato y autobús, bien, bien. Largo 148$. Gafas de sol y el teléfono suena, suena, suena, ebriedad inocencia en un brindis, ¡Qué bien! ¡Qué bien las niñas! Bien.
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Quiero decir que no. Hasta nunca mojón amarillo. Culo amarillo, bombilla. Recapitulemos la bombilla, el sol no es amarillo. Nadie alguien dijo que era amarillo, voy al baño amarillo pero no sol, ni bombilla, es el culo amarillo la droga que corre sobre el vientre, la boca ahhhh.
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Dios y dos más. Cómo coño con esa boca. Dímelo dímelo. No es no pero esa bola hinchada, un mojón amarillo como diciendo: ¡Basta! Esa boca ¿Cómo coño? 148$ para nada. Shalalalalá. Sí, claro. El color amarillo. Dime que no estás triste. Dímelo.
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Enmarcado amarillo, véndeme la alegría de estar borracho abrir la boca triste abrir la boca la asquerosa boca de bombilla, para nada, no, no. Está bien, lo acepto. Los dos nos pudriremos. Ese mojón amarillo. Nada, cuando esto acabe no habrá nada más, nada. Felicidades. Hasta nunca.

Otra vez primavera

Entre rojas ganzúas las hojas van trenzándose, cruzándose. Yo escucho las voces, noticias de Valencia, y el calor destilado por las ramas me golpea alto, seco, con la pasividad delincuente de los días que aún no son de primavera. El tedio se vuelve hastío en las palabras, anécdotas superfluas, todo lo que no es capaz de convencerme. Tal vez la cercanía congregue este tumulto, la tristeza o raíz se encuentra en unos ojos similares, palabras… La respuesta en aceras, esperando autobuses, cruzando hacia algún sitio que ya no se recuerda, volver a ese lugar que no es el nuestro, descubrir en él lo que nos silva de olvido y de paciencia, escapar de la histeria, la impaciencia, la agresividad incauta y elocuente, extraordinaria. Pero la juventud es un riesgo, hay quien habla del pecado, quien amanece piedras, hay quien ruge dentro, quien aplaude al amable jubilado. La juventud debe ser rabia, la duda catastrófica. Entretanto cantemos, divulguemos alquimias de modos y apariencias, seamos hacia fuera espejos exaltados, anónimos, locuaces, seamos como ecos, repitamos bostezos, tan hermosos, tan bellos. A no mucho tardar la autoridad se rinde, nos mirará a la cara como a hermanos felices en familias perfectas, nada nos dolerá sino la herida cotidiana, el día a día más, la nueva primavera.