Si cayera de nuevo

Imagina una vela, una cucaracha en mitad de la noche, pasos a lo lejos, agua que se vierte -despierta- o un olor de semen, sudor, radiografías, la luz que parpadea como un ventilador y en la pesadilla me besas, nos besas, haces del mundo un pequeño susurro, cierta imprecisión en la que apenas nos volcamos descubrimos una carretera infinita, efímera, un susurro de carbón, más largo todavía, conteniendo el aliento. Cristales que evaporan de la boca, un susurro -decía- más lejano, un verdadero hueco, sin reportajes, sin interrogaciones exóticas, respuestas de una frase que no implican sosiego, vecinas del invierno como un gorro de lana, un corazón gigante girando en el estómago, una instantánea, un gesto verosímil -la eternidad. Algo que no importa pero sigue cociéndose y las palabras que más que a un universo se parecen a un cine, una jaula de luces, otro impedimento más.

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