Language City

De esta sucia ciudad sólo recuerdo un nombre que no contiene nada. Ella no es un hogar aunque puedo reconocer en mí un deseo de haberla sentido o de sentirla de nuevo cotidiana. Pero, ¿qué he de hacer allí?, ¿al otro lado de qué puertas podré sentirme propio? No hay comunicación posible entre esta ciudad y yo. Espero con igual ansiedad la llegada y la huida.

Las tijeras de Timur

Timur ejercitaba un juego al que no todos tienen acceso. Timur señaló los límites de las posibilidades del hombre, mostró lo que después descubriría Dostoyevski: que el hombre lo puede todo. Su obra se puede expresar con la frase de Saint-Exupéry: "Lo que yo hice, nunca lo hubiera hecho un animal". En lo bueno y en lo malo. Las tijeras de Timur tenían dos brazos: el de la creación y el de la destrucción. Estos son los brazos de la actividad de cad hombre. Sólo que habitualmente estas tijeras están apenas abiertas. Las de Timur, en cambio lo estaban hasta el máximo.

Ryszard Kapuscinski, «El billar en la mezquita de Bujara» en Las botas (La guerra del fútbol)