Juicios a la misantropía

Odio tanto a cada hombre como amo la historia y las obras de la humanidad entera. Podría desarrollarse una idea comunitarista para reconciliarnos con nosotros mismos, algo que nada tenga que ver con paternalismos beatíficos ni con una absurda idealidad que ni caga ni mea. Hay belleza en las torres que protegen del invasor y en las aspilleras que se proponen matarle. No en el asesino ruin que dispara la flecha, ya sea con rabia o sea temeroso. Tal vez sea la inteligencia, la expectativa humana, la que merezca el amor, esa sorpresa de Coetzee ante el torturador que vuelve a casa para cenar con sus hijos. No el torturador ni el torturado, la sorpresa.

No hay comentarios: