El deseo burlón



Llegar a la ciudad, recorrer la ciudad, conocer a tres o cuatro borrachos de los que no es posible despedirse, perder una oportunidad, otra, creer enamorarse, inventarle nombres a los perros para poder decir “El otro día estuve con Gregorio”, fingir emocionarte por un tema cualquiera, vivir la melancolía (miedo, tristeza, aislamiento, pesadillas, rechazo de la gente, etc.) más que cualquier libro y, luego, darte cuenta de que has llegado a casa.

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