Crónicas de motel

El camarero lanza dardos contra la máquina eléctrica. La muy imbécil reproduce el sonido del viento cuando la punta se clava en la zona de puntos. Un ruido innecesario. Muchos dardos se caen, el tipo es incapaz de clavarlos todos. En la televisión no paran de hablar de la nieve y el frío. Yo releo unas historias del libro de Sam Shepard intentando no prestar atención. Acabé con el libro hace menos de cuatro días y ya no recuerdo las frases ni por qué me gustaron. Habla de bicicletas, de conejos, de sierras mecánicas y actrices de reparto. Sencillo, bastante sentimental. El camarero se sirve una copa. Debe estar a punto de cerrar y quiere irse calentito para casa. A veces me gustaría ver películas viejas, imaginar todo esto en la pantalla de un cine. Shepard contaba algo y yo me imaginaba saliendo del videoclub, tumbado en la cama delante de la película. No sé por qué me imaginaba a John Wayne. Saco un euro para pagar mi café. Quiero aprovechar para comprar tinta antes de que cierren en la papelería de al lado. Cierro el libro y lo he olvidado todo.

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