10 de diciembre, 25 de marzo...

Hablo de lugares que no me pertenecen. De un pasaje en Oporto que iluminan los coches, de un rastro de la historia hablando de Porfirio en Guanajuato. Hablo de canicas perdidas en el habitáculo 68 del Fuerte de la Concepción, de los belenes vivientes de Plaza de los Bandos. Música escandinava en una larga noche inabarcable. Hablo de un anochecer en VíaVía, las palomas volando por el parque Lezama y una vieja ambulancia atravesando el Ghetto por una avenida ancha y solitaria. Hablo de quarks y música ligera, de lenguas circasianas, de peplos, de guijarros, versos que ya perdí y el tiempo que me lleva a un once de diciembre del que no espero nada. Y de angustias, de una idea perdida que no quiero eludir y ya se aleja. Todo el tiempo retumbando en medio de mis ojos. A veces lo llamo Adén, o Trieste, Samarcanda pero tan solo son nombres que cifran imposibles. Quisiera hablar de un libro en una calle arbolada, el cielo azul cubriendo, tal vez, un escritorio futuro en el que sentarme a pensar y el que hablar de mapas, de plazas y amuletos, del cerro de Potosí, la iglesia de los Remedios y Tlön y Uqbar y la vieja Ragusa de la que huyen los hombres llevándose a sí mismos en cantos y en tradiciones, y las chicas que salen de Columbia para tomar un pastel, apenas despegadas del sudor y el deporte y una costa y paz para hablar del oprobio y la miseria de ser hombre.

1 comentario:

Unknown dijo...

Da la sensación de que poco a poco te vas acercando a ti... enhorabuena.