Osip Mandelstam

Yo he regresado a mi ciudad, que conozco hasta las lágrimas,
Hasta las venas, hasta las inflamadas glándulas de los niños.

Tu regresaste también, así que bébete aprisa
El aceite de los faros fluviales de Leningrado.

Reconoce pronto el pequeño día decembrino,
Cuando la yema se mezcla a la brea funesta.

Petersburgo, todavía no quiero morir.
Tú tienes mis números telefónicos.

Petersburgo, yo aún tengo las direcciones
En las que podré hallar las voces de los muertos.

Vivo en la escalera falsa, y en la sien
Me golpea profunda una campanilla agitada.

Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada
Moviendo los grilletes de las puertas.

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